«Lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas» es uno de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible de la ONU: en concreto, el número 5. Hoy, 25 de Noviembre, es una fecha clave para recuperar y reivindicar esta meta, ya que se conmemora el Día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer en todo el mundo.
La ONU cuenta con una división dedicada a estudiar todos los fenómenos relacionados con la mujer en diferentes partes del mundo –ONU Mujeres– y comparte decenas de campañas y materiales por la igualdad de género en plataformas como ésta, desde el convencimiento de que conseguir ese hito es beneficioso para toda la sociedad. El respeto y la protección de las mujeres y las niñas es un requisito indispensable para conseguir cumplir con la agenda de desarrollo prevista para 2030.

Para este #25N se ha puesto en marcha una iniciativa que lleva funcionando todo el mes de Noviembre y que busca visibilizar el hecho de que una de cada tres mujeres del mundo sufre violencia durante su vida, a menudo a manos de una persona conocida, de su entorno e incluso su familia, usando el color naranja como enseña. El objetivo es conseguir apoyos económicos para financiar programas e iniciativas que protejan a mujeres de todo el mundo contra la discriminación y las agresiones por cuestiones de género, y no sólo las de tipo físico y/o sexual.

Hay una estrecha relación entre la Responsabilidad Social Empresarial y la igualdad de género, sobre todo en lo referente a conciliación y al acceso de la mujer a las esferas más altas de la dirección y la gestión. Los espacios de trabajo y las relaciones laborales tienen un papel esencial en la difusión de la no discriminación de las mujeres y por ello cada vez más empresas de todos los tamaños se preocupan por ser socialmente responsables también desde una perspectiva de género.
Tal y como ya explicamos en este antiguo post, hay muchas decisiones empresariales que influyen directamente en la equidad entre mujeres y hombres. Una dirección responsable sabrá potenciar la igualdad de oportunidades en la contratación de nuevos empleados y en la promoción interna, favorecer la conciliación y penalizar cualquier conducta sexista, por ejemplo.
Toda empresa que opere en España y que tenga más de 250 empleados está obligada a implantar un plan de igualdad, pero cada vez es más habitual encontrar ‘hojas de ruta’ y medidas similares en organizaciones de menor tamaño, preocupadas por la RSE: al regirse por estos principios garantizan no sólo que existan mecanismos para evitar la discriminación por género; también para fomentar la diversidad y el respeto de todos sus miembros sin importar su raza, religión, etc.